No mas fracasos para usted.

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Su nombre era Bob. Era un hombre corpulento, pero tímido. Era vendedor. Pero su registro de ventas estaba peligrosamente por debajo de lo esperado.

Sin embargo, solo un año después de que sus superiores hubieran decidido darle a Bob una última oportunidad, pasó por encima de todos los demás vendedores para convertirse en el mayor productor de la compañía. En la reunión anual de ventas, el gerente llamó a Bob al estrado para darle el premio como hombre del año. Cuando el gerente le entregó el cheque, le dijo: “Bob, eres un misterio. Jamás estuviste cerca de lograr el tope de ventas anteriormente, pero ahora lo alcanzaste. Y más aún, estabas la fondo de tu capacidad. ¿Cómo lo lograste? Díselo a todos los demás”.

 

Bob se sintió avergonzado. Estaba inquieto, y se sonrojó.

-”No hay nada que decir -dijo-. Solo que aprendí algo que me hizo un hombre nuevo.”

-”¿Y qué fué eso?” -preguntó con curiosidad el gerente.

-”Bien, solo encontré catorce palabras, y esas palabras lo cambiaron todo. Verá, cuando me dijeron que si no mejoraba mi nivel de ventas tendrían que despedirme, me puse a pensar. Fuí a casa esa noche y me senté a pensar en cómo era yo. Después de unos momentos, ví mi vieja Biblia, la que mi madre me había dado, pero que casi nunca miraba. Ella me había dicho que si esta en problemas, encontraría la respuesta en ese libro. Bien, estaba en problemas. Quizás fuera ese el momento. Tomé la Biblia, le sacudí el polvo y comencé a hojearla, cuando casi la guardo nuevamente, encontré exactamente lo que necesitaba.”

 

Dudó unos instantes, avergonzado. Hablar de religión no era lo suyo, pero continuó.

-”Encontré estas catorce palabras: “Ved, porque yo hago nuevas todas las cosas… El que vence, lo herederá todo”. Estas palabras me golpearon, como si pesaran una tonelada. Si alguien necesitaba que todo se hiciera nuevo, era yo. Allí mismo le pedí a Dios que hiciera de mí un hombre nuevo, que me ayudara a dejar de ser tan desastroso. Lo sentía sinceramente, y luego sentí alivio. Dormí profundamente, como no lo hacía en semanas. Sentí algo de confianza por primera vez.

 

A la mañana siguiente, repetí esas catorce palabras varias veces.

Y como había decidido cambiar todo en mí y hacer realidad las palabras que dijera, fuí al centro de la ciudad, gasté mi último dinero en un traje nuevo y lo llevé a casa. Me desvestí, me bañé, con cuidado. Parecia que quería lavar mi fracaso. Luego me vestí, y antes de salir, me arrodillé y le pedí a Dios que me ayudara. Me miré en el espejo, y creáse o no, ví un hombre nuevo. Sé que suena a locura, pero así es como me sentía. Dije. “Dios ahora voy a visitar clientes, soy un hombre nuevo. Lo haré mejor con tu ayuda”. Me encontré mas interesado en lo que hacia. Tenía mas entusiasmo. Comencé a vender. Además, lo disfrutaba. Todo me fué mejor. Creo que eso es todo lo que tengo que decir”.

 

El hombre que me relató la historia, me dijo: -”Podrías haber oído volar una mosca. Luego los muchachos comenzaron a vitorear, como jamás había sucedido en una reunión de ventas antes”. ¿Y por qué no? Acababan de ver la prueba viviente de que con ayuda de Dios un hombre puede volver a construirse, a pesar de sus fracasos.

 

Así que, no necesita usted soportar su fracaso. Sé que esto es verdad, no es teoría. Mi razón por sentirme tan seguro acerca de esto, es que muchas personas han demostrado de manera convincente el poder que cambia el fracaso por el éxito. Este cambio no puede suceder facilmente, pero es posible, y sucede, y eso es lo que importa. Cuando usted decide, de verdad decide que ya no habrá mas fracasos para usted, y lleva a cabo los principios que presentamos en este capítulo y en este libro. Y no cabe duda de que ya no habrá más fracasos en su vida.

 

Norman Vincent Peale

 

Fuente: Del libro: “Los asombrosos resultados de PENSAR POSITIVO” de editorial Peniel.

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