Mi padre era un esclavo de la bebida, y mi madre una médium espiritista cuyas prácticas nos llenaban de temor a mis cuatro hermanos y a mí.
El fútbol era mi vía de escape. A mi me gustaba jugar al fútbol y lo hacía bien. Como muchos niños brasileños, yo creía que el fútbol cambiaría mi vida. Mi sueño era convertirme en una estrella, ganar mucho dinero, tener fama, conocer mujeres, y disfrutar de la vida.
Mi sueño se hizo realidad cuando el Sao Paulo F.C. me contrató. Por fin tenía al alcance de la mano las cosas que había deseado. Le regalé a mi madre una casa y un coche, y yo me compré otro.
La vida me sonreía. ¡Lo tenía todo! ¿Todo?
Con el paso del tiempo me dí cuenta de que la verdadera felicidad no se puede comprar con dinero. Yo no era feliz. El dinero no podia darme una noche de sueño. La fama no me daba la verdadera paz. Y los placeres no me daban la verdadera alegría.
Mi madre seguía practicando el espiritismo. Mi padre seguía bebiendo, y debido a sus excesos con el alcohol, sufrió un paro cardíaco y murió a la edad de 51 años. ¿Qué podía hacer yo?
En esos dias un amigo me invitó a una reunión de deportistas. Fuí porque me dijo que estaría Paulo Silas, un futbolista que había jugado en el Sao Paulo y en la selección brasileña. Paulo Silas era el ídolo de mi infancia, yo quería conocerlo personalmente y hacerme una foto con él.
Pero Silas hizo algo más que hacerse una foto conmigo, me habló de una persona que había cambiado su vida, y que podía cambiar también la mía si y se lo pedía.
Silas me habló de Jesucristo, de aquél que habiendo cargado sobre sí, en la cruz, el castigo por todos nuestros pecados, y habiendo resucitado al tercer día, ahora ofrece su paz y su amistad a todos los que en él confían.
Aunque no entendía muy bien todo lo que Silas me decía, movido por sus palabras, cerré mis ojos y clamé a Jesucristo, le pedí perdón por mis pecados, le rogué que fuera mi salvador y mi guía, y le pedí que cambiara la situación de mi familia. Ahí empezó la mejor jugada de mi vida.
A partir de entonces las cosas empezaron a cambiar de verdad. Jesús me dió la paz y la alegría que el mundo no me podía dar. La vida tenía por fín un sentido. Lo maravilloso es que Jesús cambió también la vida de mi madre y la de mis hermanos. Y nuestra casa, que antes era un infierno, se convirtión en un pedazo del cielo.
Jesús quiere hacer lo mismo contigo. Lo único que teines que hacer es pedírselo. Ábrele la puerta de tu vida, invítalo a entrar a tu corazón, confía en él, y déjale que haga en tí su voluntad.
Jesús dijo:
«He aquí, yo estoy a la puerta y llamo, si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.»
«Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.» (LA BIBLIA).
Gilmar Jorge Dos Santos nace el 23-04-71 en Sao Paulo (Brasil), es defensa.
Fuente: Testimonio Cristiano a cada Hogar